Odio cuando me pasa. Está todo perfecto y, sin aviso, empiezo a sentirla: una crisálida.
Hinchada, gorda, molesta, incómoda. Me acerco a tí y te digo: Hola.
Se raja y salen las mariposas, que ríen, brillan y juegan retorciéndose en mi estómago.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario