lunes, 1 de diciembre de 2008

CXXII

Soñé que tú me llevabas por una blanca vereda, en medio del campo verde, hacia el azul de las sierras, hacia los montes azules, una mañana serena. Sentí tu mano en la mía, tu mano de compañera. tu voz de niña en mi oído como una campana nueva, como una campana virgen de un alba de primavera. ¡Eran tu voz y tu manos en sueños, tan verdaderas!... Vive, esperanza, ¡quién sabe lo que se traga la tierra!


Una estrellita de nada, en la perisferia de una galaxia menor. Una entre tantos millones y un grano de polvo girando a su alrededor. No dejaremos h-u-e-l-l-a, sólo polvo de estrellas.